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Cambio Climático y Resiliencia
En un contexto en el que se prevé un incremento de incendios forestales, ondas de calor e inundaciones fluviales, y con una población envejecida, Santiago debe echar mano de sus instrumentos de planificación. Estos permiten identificar y gestionar los riesgos y vulnerabilidades y, a través de ellos, se podrán aplicar medidas correctoras con el fin de paliar las consecuencias del cambio climático. Una posición que se puede reforzar integrando en estas acciones a los municipios que forman parte del área urbana.
Como complemento, los parques situados en el perímetro del borde urbano, con masas vegetales gestionadas y de especies autóctonas, mejoran la protección de la ciudad contra los incendios forestales. El propio modelo urbano también está contribuyendo a limitar la dispersión generalizada de la población y está complementado con una amplia dotación de zonas verdes.
Sin embargo, la mayor dispersión poblacional de la zona sureste y la presencia de masas forestales no gestionadas, hace preciso tomar medidas al respeto. Además, existe una alta dependencia del automóvil privado, lo que deriva en un incremento de las emisiones de CO2. Como contrapunto, se pueden tomar medidas en materia de resiliencia frente al cambio climático ahondando en la gestión de residuos, un campo aun poco desarrollado en el municipio.
Retos en materia de adaptación y mitigación del cambio climático
Actuar sobre la movilidad y organización de la logística
para reducir las emisiones totales del transporte y la afición a la calidad del aire.
Introducir medidas indirectas que contribuyan
a reducir las emisiones de sectores como el industrial y el residencial.
Implementar medidas de adaptación, prevención, alerta temprana
y mejora de la capacidad de respuesta contra el incremento de incendios forestales e inundaciones.
Coordinar con los Ayuntamientos del entorno una respuesta a los riesgos
derivados del cambio climático y planificar la adaptación en conjunto.
Adaptar el espacio urbano para disminuir los efectos de las ondas de calor
sobre la población, especialmente teniendo en cuenta su perfil cada vez más envejecido.