El análisis de los distintos aspectos relacionados con estas temáticas rebela que Santiago cuenta con un perfil poblacional envejecido, al contrario de lo que sucede en áreas colindantes como el Val da Maía. Esta tendencia implica desarrollar políticas públicas que incluyan las necesidades de este grupo poblacional y no solo de tipo de asistencial, ya que la edad media de la población compostelana se encuentra actualmente en la franja de entre 40 y 54 años. Sin embargo, tanto el casco urbano santiagués como los grandes núcleos urbanos de la periferia cuentan con una configuración física que favorece la movilidad peatonal y en transporte público.

Los elevados niveles de envejecimiento y el asentamiento de la población más joven en los municipios del área metropolitana de Santiago, lleva a que el centro de la ciudad vea una merma en el tamaño medio del hogar, una tendencia al alza de cara a la próxima década. A esto hay que añadir la dispersión de la población en la mitad norte del municipio, muy envejecida y poco integrada en las dinámicas del área urbana. También en los municipios del entorno existe un importante porcentaje de viviendas unifamiliares, lo que complica las labores de conectividad, lo que lleva a una fuerte dependencia del automóvil privado para los desplazamientos.

Por otra parte, Compostela dispone de amplias zonas verdes, contando con el río Sar como el punto de unión en el eje territorial norte-sur, conectando las cuencas del Tambre y del Ulla. Además, el municipio tiene un paisaje agrario tradicional y fértil que, si bien está sometido a una tendencia al abandono y a ser modificado por explotaciones forestales, sí ofrece posibilidades de su puesta en valor como espacio productivo dentro del sector primario.